martes, 19 de julio de 2011

Un año ya...

Estás esperando un tren, un tren que te llevará lejos. Sabes a dónde quieres que te lleve, pero no a dónde te va a llevar. Pero no te importa...porque estaremos juntos.

Llevo seis años caminando por los pasillos de esta estación, caminando entre multitud de trenes que vienen, van, que a veces cojo, pero que siempre me dejan en el mismo sitio tras un trayecto muy breve.
Había uno de ellos que pasaba por aquí una vez al año. Un tren extraño, con las ventanas verdes y el techo dorado. Siempre quise coger ese tren, pero nunca me atreví a hacerlo.

Te acuerdas de todo esto, ¿verdad? Te lo conté hace justo un año. Sí...un año ya. Una noche de julio, como la de hoy, en esta misma estación. Los ecos del ruido de las maquinarias y de la gente de alrededor aún resuenan en mi cabeza, aunque ni tú ni yo les hacíamos caso. Estábamos completamente ausentes. Por desgracia, las puertas de ese tren estaban cerradas aquella vez. Y un año más partió sin mí.

Ayer lo he visto otra vez en el horizonte y sé que llegará en breves. Pero las cosas han cambiado.

Me gustaría contártelo, pues somos amigos al fin y al cabo. Me gustaría contarte que, durante este año, me tirado de un tren en marcha y las heridas, lejos de cicatrizar, aún sangran profusamente y aún duelen demasiado. Pero entonces se me escaparía otra vez el tren y seis años pesan demasiado como para tirarlos por la borda en un instante. Además te lo prometí. Te prometí que intentaría cogerlo en cuanto se me presentase la oportunidad, porque ambos sabemos que ese viaje, aunque sea corto, será también único.

Las crisis existenciales siempre dejan un amargo sabor de boca y tú siempre has sido el licor verde que actuaba de medicina contra todas las que me sobrevenían cada año. Ésta ha sido la única vez que he puesto en duda tu eficacia. Es posible que sólo necesite una dósis más fuerte esta vez, como siempre, una al año.