viernes, 19 de octubre de 2012

Caerphilly

Detente antes de cruzar el puente a contemplar lo que está ante ti.
Sentirás que el corazón se te encoge y que el pulso late con frenesí, 
pues en el fondo sabes que, al cruzar sus lagos, romperás del tiempo la barrera.
Coge fuerzas, no mires atrás; verás sus puertas abiertas.

Oirás en el viento una vieja canción, sabrás que él te llama.
Así pues, no esperes, adéntrate, atraviesa las murallas,
sube a los adarves, a sus barbacanas, registra las habitaciones
recorre sus patios, asómate a las saeteras y entra en los salones.

Bastión viejo de fríos muros, vencidos por el paso de los años. 
Una de sus torres ha caído, rota, como un árbol alcanzado por un rayo. 
Mas así, dos más se alzan orgullosas como montañas, 
coronadas por dragones, desafiando a los siglos que por ellas nunca pasan. 

Si eres hombre de alma valiente y no tienes miedo al pasado.
camina por la escalera de caracol hasta llegar a lo más alto.
No temas a los dragones, ellos tan sólo están vigilando, 
tal y como han hecho siempre, al pueblo al otro lado del lago. 

Apóyate en las almenas. Y verás...

Cuando abandones sus terrenos no sabrás si lo has tomado
o si, por el contrario, has sido tú el conquistado.


jueves, 11 de octubre de 2012

Exceso de equipaje

Llevaba ropa para abrigarme de la gélida soledad de las noches, de las horas nostálgicas y de cosas tan banales como el aliento del invierno, las madrugadas sin luna, la lluvia, el granizo y otras inclemencias.

También llevaba unos libros para el viaje, llenos de historias para no pensar y otro más para escribir mi epopeya en las tierras donde habitan los dragones. Me llevaba unas canciones contra el mareo y otras contra el miedo. Me llevaba el sol del verano, la presión de cada abrazo, el sonido de cada risa y el sabor de cada beso. Me llevaba su perfume; me llevaba el recuerdo.

En el aeropuerto me dijeron que tenía exceso de equipaje.









Nota: publicada con retraso; procuraré escribir más cosas a partir de ahora.