jueves, 11 de octubre de 2012

Exceso de equipaje

Llevaba ropa para abrigarme de la gélida soledad de las noches, de las horas nostálgicas y de cosas tan banales como el aliento del invierno, las madrugadas sin luna, la lluvia, el granizo y otras inclemencias.

También llevaba unos libros para el viaje, llenos de historias para no pensar y otro más para escribir mi epopeya en las tierras donde habitan los dragones. Me llevaba unas canciones contra el mareo y otras contra el miedo. Me llevaba el sol del verano, la presión de cada abrazo, el sonido de cada risa y el sabor de cada beso. Me llevaba su perfume; me llevaba el recuerdo.

En el aeropuerto me dijeron que tenía exceso de equipaje.









Nota: publicada con retraso; procuraré escribir más cosas a partir de ahora.

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