- Esa es la frase- dijiste.
- Exacto- sonreí mientras saboreaba una cucharadita de la nata con canela del café vienés que tenía delante-. Ahora ya sabes por qué me empeñaba en que escuchases esta canción.
Justo entonces Amy Lee finalizaba el estribillo- But you still have all of me-. Noté que te ponías tenso al instante y callabas, incómodo. Creo que hasta lamentaste haberme concedido ir a tomar aquel café. Puse los ojos en blanco; era evidente que no me habías entendido.
- No es por eso- dije para después atacar de nuevo el café.
No contestabas; te limitabas a mirarme a través de tus gafas de pasta negra. Decidí no prolongar más la espera.
- Céntrate en “la frase”: hay muchas cosas que el tiempo no podrá borrar. A pesar de todo han pasado muchas cosas desde que nos conocimos, cosas que hemos compartido ambos. Ha habido risas, lágrimas, daiquiris, conversaciones, juergas... Hay muchas canciones intercambiadas, mucha tinta vertida, muchos ratos con amigos e incluso un par de momentos furtivos únicamente nuestros. Todo eso está en nuestro recuerdo y pesa mucho; muchísimo. Es algo demasiado grande como para tirarlo por la ventana. ¿Y qué era eso? Fácil: amistad. Ante todo eres mi amigo y eso es lo que más me importa ahora y siempre. Y mientras nos queden los recuerdos de lo que hemos vivido juntos, ni el tiempo, ni la distancia, ni mis “inoportunas” hormonas van a poder jamás con ello, con nosotros. Simplemente me gustaría que siguieras confiando en mí.
El café se estaba enfriando, pero ninguno de los dos nos dimos cuenta. Ambos comprendíamos que las cosas habían cambiado mucho; pero ahora al menos sabías que yo siempre iba a estar ahí, entre bambalinas, esforzándome cada día para que esos cambios no fueran para peor.