domingo, 21 de agosto de 2011

Como cristales

El corazón humano es como una pequeña bola de cristal que va rodando de mano en mano en un juego sin descanso.
A veces, en medio de la vorágine de lanzamientos y malabares, a alguien se le resbala de las manos y se le cae. Con suerte la bola puede rodar por el suelo, ensuciándose un poco, pero sin recibir daños mayores y no es difícil sacudirse el polvo de encima para que otro jugador pueda retomar la partida.
Otras veces el impacto es mayor y la bola se resquebraja. Es entonces cuando empiezas a conocer el verdadero significado de las palabra "dolor" o "pérdida", porque siempre duele el impacto y siempre se pierde algo por aquella grieta.
Pero en el peor de los casos tu bola cae al suelo y se hace añicos. Entonces lo único que se puede hacer es juntar los cristalitos y suplicar que no te los pisen.

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