martes, 9 de agosto de 2011

Reflexión de servilleta

El tiempo, sin duda la dimensión más abstracta. Nos esforzamos por medirlo, por controlarlo, o por someternos a un horario. Pero cuando más conscientes somos de su verdadera naturaleza es cuando nos falta, cuando vemos de cerca el final y suplicamos “por favor, un poco más, tan sólo un poco más”, deteniéndonos impotentes a ver cómo ese final llega impertérrito, imparable como un alud de nieve o una tormenta de arena en pleno desierto. Y aún así seguimos pidiendo más, aunque sepamos a ciencia cierta que ya es irredimible.

Entonces, en ese instante justo antes de que la tormenta llegue, es cuando nos damos cuenta de que lo que deberíamos haber hecho era aprovechar el tiempo que se nos había dado.

Desgraciadamente para mí, fue una lección que aprendí muy tarde.



El tiempo nunca retrocede. Las cosas una vez hechas no pueden cambiarse, no puedes volver atrás y de nada sirve arrepentirse; no hay pecado que se expíe con una confesión, siempre hay que hacer penitencia, y nunca hay que decir nunca porque lo que nunca vas a saber es qué ocurrirá en un futuro.



Son lecciones aprendidas a base de errores, errores cometidos en un corto espacio de tiempo, pero que me han servido para escarmentar de por vida; errores que sigo pagando. A veces se hacen cosas sin pensarlas en frío que te hacen perder algo importante y sólo el tiempo, ese dios de la justicia, te hace ver lo equivocada que estabas. De nada sirve que te preguntes “¿por qué lo hice?” cuando ya está hecho. ¿Cómo podías saber si te estabas equivocando o no? De nuevo es el tiempo el único que puede dar la respuesta.



Una puede labrarse su gloria o su perdición en un instante. Y ahora que la partida se ha terminado para mí sólo me queda aceptarlo, aunque, en el fondo, me paso las noches en vela frente a la pantalla del ordenador (o en su defecto frente a una servilleta) escribiendo lo que viene a ser el resultado de una aglomeración de ideas producto de la desesperación, rogando que se me conceda un día, una hora o un minuto  al menos. Tan sólo un poquito más de tiempo.

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