Se trataba de darle un final apropiado a la historia.
No tenía por qué ser un final feliz, sólo debía ser bello, de esos de los que puedes sacar una moraleja importante. Pero la historia que había escrito era tan mala que no admitía grandes finales, sólo aquellos ya usados hasta la saciedad. Un "jamás te olvidaré" se mezclaba con un "sal de mi vida". Luego llegaba el "todo volverá a ser como antes" que ni el narrador en tercera persona creía.
Y mi pluma se rompía cada vez que intentaba escribir alguno mejor.
Y la chica con el corazón helado sigue esperando en mitad de la calle a que alguien decida su suerte.
Y al cuento "non finito" le sigue faltando una frase.
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